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Cuervo terror
Foto del escritorAnjoss

Relación enfermiza

Actualizado: 30 mar 2018



La esperaba en su habitación, con el tenedor que logró colar y guardaba bajo su almohada. Estaba preparado, escuchando música para ganar valor, para atreverse a realizar la acción.


“Se siente tan frío, muy frío

nadie se preocupa por mí”


Necesitaba librarse de esa prisión que ella creó. Era una relación enfermiza, y no la soportaba más. Se sentó en su colchón, impaciente. Escuchaba los pasos afuera y el sonido de las suelas contra el piso le ponía los nervios de punta.


Nunca sabrás, cuán duro traté

de encontrar mi espacio y

satisfacerte a ti también”


Su mano inició un débil temblor, que se intensificaba a momentos. La duda echaba raíces, ¿Era lo correcto? Los nervios lo carcomían. Agarró su muñeca con fuerzas – Cálmate, cálmate – Pensaba, tratando de controlar sus reacciones de angustia.


No trates de entender,

conociéndote, probablemente

soy yo el equivocado”


Inhaló con fuerza. Cuánto lo calmaba esa canción, lo identificado que se sentía. Escuchó pasos acercándose. Ingresó la mano bajo la almohada y esperó; ella entraría pronto, estaba cerca.


“Todos estos años, pensé que

yo era quien estaba mal, ahora

sé que eras tú”


Escuchó los pasos detenerse frente a la puerta. Empuñó el tenedor bajo la almohada y respiró profundo. Agarró valor. El pomo de la puerta giró.


La soledad no es solo sentida por los tontos,

Solo trato de calmar el dolor, implorándote que

me abraces, estoy tan solo...”


El hombre tiró la almohada a un lado, revelando el tenedor que poseía, levantándolo en el aire, empuñándolo con fuerzas, decidido a liberarse.


“ ¿No me abrazaras de nuevo? Solo te

reíste, JAJA... ¡P*ta! “


La enfermera ingresó y el sujeto se le lanzó encima. Clavó el tenedor en el abdomen de la enfermera, que tiró la bandeja de medicamentos al suelo. Los enfermeros que la acompañaban, sometieron entre ellos al paciente desquiciado, lo tumbaron al suelo y lo desarmaron. Uno de ellos tomó el reproductor y pateó al hombre en el abdomen.


- ¡No volverás a tener música, imbécil! - Exclamó, el enfermero, cerrando la puerta, dirigiéndose con su compañera herida a urgencias.

El paciente, rendido, gritó con fuerzas, y lo único que respondió fue el eco de su solitaria habitación.

Fin


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