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Cuervo terror
  • Foto del escritorAnjoss

Es la casa



̶ Es la casa ̶ susurraba el anciano, borracho hasta la médula ̶ ¡Es una casa maldita y nadie debería entrar en ella! El viejo Bob no era tomado por alguien cuerdo. El misterio que encerraba la casa abandonada de la calle Mina era un tema bastante tratado en las noches frías, alrededor de una mesa y café en mano. Y mayormente, en las noches sin energía, donde una vela derramaba su cera derretida sobre el plato de cerámica que le hacía base. Los niños conocían muy bien la historia, y pocos eran los que se atrevían a visitarla. Mas algunas las personas, adultas y ancianos ̶ varios de ellos alegando haber entrado en ella, en su juventud ̶ negaban que la casa tuviera el poder maligno que se le adjudicaba, otro tanto, admitían el hecho ̶ aún sin nunca haber ingresado ̶ culpándola de las barbaridades de las que se decía era responsable, me refiero a los extraños asesinatos que tenían lugar noche tras noche. Entre ellos figuraban decapitaciones ̶ mayormente ̶, amputaciones de extremidades y cuerpos descuartizados; todo un festival horrífico cuyos culpables nunca eran encontrados. Ahora, motivado por el impulso de la verdad, he decidido ingresar personalmente a los aposentos de la misteriosa casa. Como si de un ritual se tratara, la noche que he decidido llevar a cabo la visita, todos los habitantes de alrededor se han aglomerado fuera de la casa, esperando, impacientes, mi respuesta al salir. Muchos elevaban plegarias, otro tanto advertían que no lo hiciera, y otros se sentían aliviados de que la farsa acabaría, comprobando que la casa no tiene nada que ver en los actos inhumanos; y esperaban ansiosos mi salida, para que matara el ridículo rumor. En la entrada me recibió la mohosa puerta de madera, imponente. Al empujarla, un chirrido llenó el vacío del interior. Mi primer paso adentro provocó un largo eco, y al ingresar completamente, la puerta se cerró, con un golpe seco, empujada por una fuerza invisible. ¡Que atrocidades siguieron a continuación! Tan pronto como empecé a caminar, los furiosos ojos rojos se iluminaron en la oscuridad, ¡Una extraña criatura ardiente al tacto me abrazó desde la espalda! Mi cabeza, se batió en círculos, y una risa malévola retumbaba en mis oídos. Sentí un puñal atravesándome, pero no era mi cuerpo lo que perforaba, ¡era mi alma misma! Y el suplicio terminó tan pronto como comenzó. Al salir, ideas bestiales inundaban mi cabeza. Y las personas me miraban, sorprendidas, expectantes. Querían una respuesta, y la pregunta estaba en el aire. “Es la casa, ¡diles que es la casa!” gritaba mi mente, “¡Confiesa! Cuéntales que la casa es la culpable” mi boca temblaba, en un intento por pronunciar las palabras, “¡Es la casa! ¡Es la casa! ¡Es la casa! “ ̶ No es la casa ̶ dije, finalmente ̶ Nada tiene que ver esta vivienda. ¡No quería, no quería mentir! Pero lo que decía parecía ser lo correcto. ̶ No es la casa ̶ repetí, sonriendo ̶ Son tonterías. ¡La casa se había apoderado de mí! La mañana siguiente, un extraño impulso por cometer acciones inhumanas ̶ asesinatos, decapitaciones... ̶ creció en mí. No se cuanto más logre controlarlo.


Fin


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